La inestabilidad política y la debilidad institucional afectan la confianza de los agentes económicos y la inversión privada. Ello ha llevado a que el Perú crezca por debajo de su potencial durante los últimos 10 años.
La pandemia afectó el desempeño de los negocios de todo tamaño e industria, y si bien el programa Reactiva Perú ayudó a enfrentar la pérdida de ingresos, incrementó significativamente el nivel de endeudamiento de las empresas.
Las instituciones financieras vieron un incremento en la morosidad de sus préstamos en todos los segmentos y ello afectó sus resultados por los mayores requerimientos de provisión para malas deudas.
Muchas empresas tuvieron que refinanciar sus créditos y ello afectó su calificación crediticia, situación que no han logrado revertir. A la fecha las empresas están sub capitalizadas, endeudadas y con menores márgenes de rentabilidad.
El análisis de los bancos en base a indicadores financieros pondera más la situación actual que la proyección y requieren garantías (hipotecas principalmente) cuando otorgan un préstamo. Ello los vuelve conservadores en el otorgamiento de créditos a empresas cuya foto de los últimos años no ha sido buena.
En teoría debiera haber instituciones financieras y estructuras para financiar empresas de todo tamaño y situación. En la práctica, las empresas con una calificación con problemas tienen acceso muy limitado al crédito; y las instituciones financieras dispuestas a atenderlas lo hacen en condiciones leoninas, tanto a nivel de tasas como de garantías.
El mercado de capitales local es pequeño y los principales inversionistas institucionales, las AFP, prácticamente han salido del mercado dada la presión que enfrentan por los continuos retiros de fondos. Este mercado es una opción para las empresas de mayor tamaño, las corporaciones, que pueden asumir los costos de una emisión de bonos y cuentan con las prácticas de gobierno requeridas por los inversionistas.
En la práctica, las empresas pequeñas, medianas y hasta la “gran” empresa tienen acceso restringido a financiamiento bancario y, de no contar con un aporte de capital de sus accionistas, cuentan con una única opción de financiamiento: sus proveedores.
Actualmente, existe mucha presión por ampliar plazos de pago por los productos y servicios recibidos por las empresas, lo cual ha dado un gran impulso a la industria del factoring, que adelanta recursos a los proveedores sin las exigencias requeridas por los bancos.
Otra alternativa de financiamiento accesible a empresas de mayor tamaño -con negocios establecidos y activos disponibles- es el establecer fideicomisos de activos y de flujos para financiar proyectos o capital de trabajo para el negocio.
Los fideicomisos son patrimonios autónomos que permiten aislar el riesgo del proyecto o negocio y que concentran los activos y/o flujos para pagar con el préstamo e intereses con primera prioridad. Las operaciones de este tipo suelen tener un rango de tamaño de $1m a $5m y requieren los servicios de estructuración y distribución de una empresa titulizadora y de una sociedad agente de bolsa.