El mundo de las inversiones hoy ofrece una oferta variada de productos para personas que quieren rentabilizar sus ahorros. Toda inversión implica algún riesgo, si estás buscando productos de riesgo cero, lo que necesitas encontrar son productos de ahorro – no de inversión – que son ofrecidos por cualquier institución financiera local a tasas cada vez más bajas.
Por el contrario, si quieres convertirte de ahorrista a inversionista, tienes que asumir que siempre habrá un riesgo de pérdida. Para comenzar a dar los primeros pasos, lo primero que tienes que definir es una estrategia sencilla de inversión, que involucra conocer cuál es tu perfil y tus preferencias en términos de riesgo. Una estrategia compleja, con productos de inversión que no comprendes o que no se adapta a tu perfil puede generar una dosis innecesaria de estrés emocional y financiero que no quieres agregar tu vida cotidiana.
La estrategia debe considerar 3 factores clave. El primero es definir tu objetivo y plazo de inversión, el cual puede involucrar, por ejemplo, la compra de un activo importante, el pago de una maestría o sumar fondos a tu plan de retiro. El segundo es determinar de cuánto capital dispones para invertir, en donde lo recomendable es sólo considerar aquel excedente que no usarás en el corto o mediano plazo. Por último, debes identificar con qué perfil de inversionista te identificas en función a tus preferencias personales y características de vida.
Perfil de Inversionista
La definición de tu perfil está asociada a la prioridad que le asignas a factores como la liquidez o la posibilidad de rescatar el capital invertido, la seguridad ligada al riesgo de perder capital y la rentabilidad. Existen tantos perfiles como inversionistas, pero la siguiente clasificación te ayudará a conocer no sólo tu perfil sino los productos y rentabilidades asociadas al mismo.
El Agresivo prioriza rentabilidad, por lo que está dispuesto a renunciar a liquidez y seguridad por lograr el retorno esperado. Con este perfil, se identifican profesionales jóvenes que cuentan ingresos altos; así como personas que mantienen contacto permanente con el mercado financiero y han ganado experiencia en diferentes tipos de inversiones.
El portafolio del perfil agresivo está compuesto por productos o fondos de inversión con un alto componente de renta variable a largo plazo que puede superar los 5 años. Este inversionista reconoce que el mercado presenta ciclos de volatilidad, pero entiende que los altos rendimientos se producen en la apreciación de un activo a largo plazo.
El Moderado se caracteriza por buscar un balance entre rentabilidad y seguridad. Se encuentra en búsqueda de mejores rendimientos, pero no son partidarios de invertir en valores de carácter especulativo. Son profesionales con ingresos estables y buscan portafolios diversificados.
El portafolio de este inversionista está compuesto entre 50% y 60% por renta fija y el resto en fondos de inversión que pueden ser de deuda de corto y mediano plazo, o incluir otros instrumentos de renta variable. La rentabilidad anual esperada puede ser entre 8% y 15% y le acomodan plazos medianos de inversión.
El Conservador prioriza la seguridad y la liquidez. Esta persona busca preservar el capital y mantiene una muy baja tolerancia al riesgo, lo cual lo llevará a evitar inversiones de largo plazo. Asimismo, aprecia la posibilidad de rescate o liquidez inmediata. Este perfil de inversionista reúne a personas jubiladas o padres de familia con responsabilidades financieras. Por lo general, algunos nuevos inversionistas caen en esta categoría hasta adquirir mayor experiencia.
El portafolio del perfil conservador suele estar compuesto en más de un 80% por productos de renta fija a plazos usualmente menores a 3 años. Prefieren carteras que incluyen reparto de dividendos y optan por los valores más seguros en los mercados financieros. Un ejemplo con estas características son los productos de renta inmobiliaria como FIBRAs o FIRBIs. La rentabilidad anual promedio de estos inversionistas suele ser entorno al 5% o 6% anual.
Finalmente, toma en cuenta que no existen mejores o peores productos de inversión sino una combinación correcta para un perfil de riesgo determinado. Además, considera que el riesgo es un factor que se puede mitigar en función a la estructura del producto, a la experiencia del equipo gestor y a una correcta diversificación de cartera.